Gloria, es una palabra que procede del latín y significa “fama”, “honor”, “esplendor” y “buena reputación”.
Resulta muy irónico, entonces, que en el último mes esa palabra haya quedado ligada al mayor hecho sistémico de corrupción de la Argentina, solo comparable al caso “Mani Pulite”, dado en Italia a fines de los 80 y principios de los 90, y el reciente “Lava Jato”, en Brasil.
Es tal su magnitud, que el hombre común ya ha perdido la capacidad de asombro. Los argentinos honestos y de trabajo miran con perplejidad cómo casi a diario funcionarios del anterior Gobierno, empresarios y terceros involucrados en las anotaciones que un chofer vinculado a un Ministerio, hiciera en cuadernos de esa marca precisamente: “Gloria”, se van sumando como imputados, colaboradores y arrepentidos.
Y, por si fuera poco, el fiscal interviniente dijo hace pocos días que no está en condiciones de predecir cuál será el final del camino en ese recorrido que la Justicia viene haciendo desentrañando la telaraña tejida durante doce años de poder impuro, impúdico y obsceno.
“La vergüenza ajena e indignación que provocan estos hechos y sus protagonistas en la gente de campo, como gente de trabajo que somos, tampoco parecen tener fin”, expresó la Sociedad Rural de Santa Fe en un comunicado.
“Vergüenza ajena, porque en el mundo se conocen pocos casos de un plan sistémico de corrupción de esta magnitud, orquestado por funcionarios del Estado con la complicidad de tantos empresarios corruptos, que nos exponen ante todo el planeta como un país en el que no se puede confiar”.
También Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) expresó su repudio en un comunicado titulado El que las hace las paga, denunciando la vergonzosa actitud de empresas y empresarios, muchos de los cuales tuvieron puestos relevantes en las instituciones sectoriales y ahora esposados y silentes quieren hacerse pasar por víctimas. Peo también apunta a “los que ayudaron a corromper el sistema, los que se beneficiaron con la obra pública, que se callaron durante los años del saqueo, los que aplaudieron en las primeras filas el relato y la mentira, le dicen a la sociedad que pusieron plata en negro, entregada en sótanos y a funcionarios de tercer categoría, pretendiendo hacer creer que estaban coaccionados a hacerlo”.
La mayoría de los argentinos estamos de acuerdo con la transparencia, el trabajo honesto, y el sacrificio de tirar todos juntos del mismo carro y deseamos que no quede escondido arriba ni un solo pícaro, practicante de la “viveza criolla, ni del Gobierno anterior ni del actual, si correspondiera.
Es verdad que otra parte de la población celebra los errores del actual Gobierno –que no son pocos-, y hace todo tipo de comentarios negativos; ni faltan tampoco ciudadanos que expresen abiertamente su total apoyo a los representantes de la “década ganada”.
Por eso es necesario confiar en la probidad de la Justicia y recordar con optimismo que siempre es posible lograr cambios importantes, aun cuando sean difíciles de implementar, y que las dificultades no son absolutamente insalvables ni definitivas.