La actual campaña está mostrando aspectos determinantes y de mucho análisis sobre el clima, a la vez que está dejando importantes aprendizajes agronómicos.
Próximamente, se estima que culminará un ciclo caracterizado por una severa falta de lluvias en todas las regiones agrícolas argentinas, cuyo saldo es un gran daño productivo. Se considera que La Niña estará dando paso a una fase neutral del ENSO (El Niño-Oscilación del Sur), luego de tres campañas consecutivas donde las lluvias ocurrieron por debajo del promedio, especialmente para los meses de noviembre y diciembre.
Desde el área de Agroservice de KWS, compañía líder en el mejoramiento y desarrollo genético de maíz para los tres grandes mega-ambientes argentinos admiten que, mientras los productores de la región norte del país están avanzando en la siembra de maíz tardío, en la zona núcleo todavía estaría la posibilidad de analizar una implantación muy tardía del cultivo, para no perder la campaña y aprovechar ciertas oportunidades técnicas y de mercado.
Ventajas y desventajas de sembrar en enero
A partir de los ensayos realizados por Agroservice, ellos aportan ventajas y desventajas agronómicas de implantar en enero, considerando que la recomposición de las lluvias sería a partir de febrero.
De todas formas, enfatizan que esto reviste una muy ajustada consideración de distintos factores a tener en cuenta: la variabilidad espacial y temporal, el manejo (fecha de siembra, densidad de siembra y fertilización), siendo esencial la fecha de siembra ya que esta, en conjunto con la definición del híbrido, son los factores que determinan el rango temporal del período crítico.
Para Federico Larrosa, gerente de Agroservice de KWS, la siembra tan tardía es un gran desafío por causas multifactoriales y rescata que el recurso más limitante, bajo estas condiciones, será la radiación solar.
“Considerando que se presentarán las lluvias, según los pronósticos, administrar bien la captura de luz será clave”, identifica.
Datos
Larrosa, a partir de experimentaciones a lo largo de cuatro campañas en las que extendió la fecha de siembra del cultivo hasta el mes de enero, sacó sus conclusiones en referencia a maizales muy tardíos que, como máximo, tienen un potencial de rendimiento de 6.000 kilos por hectárea.
Según describió, la arquitectura de las plantas sembradas de diciembre a enero se reduce drásticamente a floración, ya que éstas se desarrollan muy rápido y crecen poco como consecuencia de un ambiente con radiación solar en descenso y altas temperaturas.
Así, “para los productores que estén tomando el riesgo de sembrar ahora, la densidad de siembra deberá asemejarse a la cantidad de plantas de una siembra temprana que permita conseguir la mayor captura de radiación posible ya es el recurso limitante”, explica, a lo que agrega que, “en nuestros ensayos, al bajar la densidad en este momento no observamos un aumento de rendimiento por planta”.
Por su parte, manifiesta que ese ajuste en el manejo de la densidad debe hacerse de acuerdo a la potencialidad de cada ambiente (loma, media loma y bajo).
Fertilización: un factor positivo
Además, Larrosa subraya, como otro factor positivo de una siembra tardía que, al ser un cultivo de crecimiento rápido y potencial reducido, la oferta nutricional de nitrógeno puede cubrirse con la propia mineralización del suelo.
En este caso, advierte que deben considerarse y revisar los antecedentes inmediatos del lote que impliquen analizar cuánto capturó de nitrógeno un cultivo antecesor (por ejemplo, bajos rindes de trigo o si se trata de una resiembra de maíz sobre maíz).
El experto no solo cuenta los detalles de sus estudios a campo y lo que pasa con el comportamiento del cultivo hasta la etapa reproductiva, sino que también se preguntó sobre la probabilidad de ocurrencia de ciertos fenómenos extremos, en función de las fases del ENSO (La Niña y su posible paso a la neutralidad).
En este sentido, el biólogo y consultor referente de KWS, Alejandro Palazzolo tomó la palabra.
El clima
Palazzolo refiere a los datos de muy corto plazo y, de acuerdo al modelo ECMWF (Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas), para la próxima semana, anticipa que se esperan lluvias generalizadas para varias regiones agrícolas, excepto para la zona oriental de la provincia de Buenos Aires (Ver Gráfico).
Por su parte, también indica que, el modelo climático CFSv2 de la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica), pronostica un posible paso a la fase “neutra” a partir de febrero y un Niño a partir de julio 2023.
Según el especialista, los fenómenos dados en las distintas fases del fenómeno ENSO (El Niño Oscilación del Sur) deben analizarse localmente e integrando los datos históricos del sitio del establecimiento.
“En los ciclos Niña, en general, las heladas son más frecuentes. De esta forma, la neutralidad cambiaría esto, pero también sucede que en fase neutra hay localidades que pueden registrar importantes heladas tempranas”.
Así como es de perjudicial la duración e intensidad de las heladas, también pueden ocurrir fenómenos de estrés térmico significativos tanto en el mes de febrero como marzo (definiendo estrés térmico a los días con temperaturas máximas mayores a 33°C).
En definitiva, el regreso de las precipitaciones es un factor alentador y potenciador del rendimiento para una siembra tardía, también se deben analizar los posibles tipos de estrés.
KWS 3916 VIP3 y KWS 3917 VIP3
Asociado a la “Campaña Maíz Tardío 2022/23” de KWS, desde Agroservice destacan los híbridos más cortos que están dentro del portfolio para una siembra muy tardía.
Se trata de KWS 3916 VIP3 y KWS 3917 VIP3, con excelente relación largo de ciclo/rendimiento, así como también de potencial/estabilidad. Al respecto, la compañía viene desarrollando importantes avances en el acortamiento del ciclo de maíz para condiciones y ambientes puntuales, los cuales serán lanzados con genética elite en las próximas campañas.
El ABC Rural