La tucura sapo es un insecto, parecido a la langosta, herbívoro nativo de la Patagonia, que afecta la producción agropecuaria cuando su densidad poblacional aumenta considerablemente. En la comuna de Cushamen –Chubut– se encuentran presentes, sobre todo en sistemas frágiles dados por el detrimento del pastizal natural, por lo que ponen en peligro la situación productiva.
En la actualidad, el INTA El Maitén –Chubut– lleva a cabo, con asesoramiento y capacitaciones, un plan de trabajo de monitoreo y control en el terreno dentro del Comité Patagónico por Tucuras. Trabaja en conjunto con la comuna rural de Cushamen, el Gobierno provincial, Senasa, IFAB (INTA-Conicet) y con las más de 15 comunidades de origen mapuche y tehuelche ubicadas en el departamento.
Sergio Binda, especialista del organismo, explicó que “la amenaza dada por esta especie requiere una respuesta no solo por el daño productivo que genera, sino también por el impacto social que produce”.
Por eso, marcó que es imperioso disminuir el nivel poblacional de la tucura sapo en los periodos de estallido poblacional, “que inferimos que es cada tres años”.
La especie más compleja
El ciclo de vida de la tucura sapo depende de la temperatura y la humedad; al llegar los meses de diciembre y enero, cuando llegan a adultas y, por ende, su aparato reproductor está desarrollado, se vuelven más voraces. Así comienzan a marchar, se agrupan en mangas y dan inicio a la etapa de reproducción.
En ese sentido, Binda explicó: “Cuando se encuentran en estado de mosquita chiquita suele actuar gregariamente. Esto quiere decir que, cuando baja la temperatura y la intensidad del viento patagónico a horas de la tarde y mañana, las tucuras se agrupan y buscan refugio”.
De acuerdo con la etapa reproductiva de la tucura sapo, “recomendamos que la gente marque los lugares donde ven que la tucura ovipone, ya que aquí es donde van a nacer a la siguiente temporada”, sugirió el especialista. Y destacó que esto permite, de alguna manera, adelantar el monitoreo.
El ABC Rural