La rebelión popular del 11 de julio de 2021 puso en primer plano la crisis (¿terminal?) de la revolución cubana que ya lleva 62 años en el poder de la isla.
Como en capas superpuestas una arriba de otra a lo largo de las décadas, las sucesivas generaciones de cubanos han apilado coraje y resistencia junto con angustias, carencias y pobreza, pero sobre todo se han ido enterrando en un pantano de opresión asfixiante.
Así como el virus del Covid19 quita el aire a sus sufrientes víctimas desde comienzos de 2020, la pandemia ahogó a la ya agónica economía cubana, privada del respirador de los dólares del turismo, uno de sus pocos vínculos con el mundo exterior y recurso paliativo para seguir sobreviviendo en pleno siglo XXI.
Esta no es la primera crisis que Cuba enfrenta en seis décadas de régimen castrista pero nunca antes su pueblo pudo contar con un aliado tan liberador para enfrentarla.
Por primera vez las carencias que la absurda política de la revolución genera, se encuentran con un recurso para expresar el dolor, la bronca y el espíritu de lucha del sufrido pueblo: las redes sociales.
La versión oficial de los hechos queda tristemente plasmada en las ridículas páginas del Granma, mientras la sangre de la realidad corre a todo torrente por Twitter, Facebook o TikTok en manos de jóvenes hartos de quienes congelaron al país en la guerra fría del siglo XX, solo para perpetuar sus privilegios y sus relatos imaginarios.
El hambre, la falta de infraestructura, la falta de libertad, la desesperanza, la represión y violencia y hasta, incluso, el otrora prestigioso sistema sanitario hoy colapsado, son el paisaje de todos los días.
Jovani fue el último sobrino rescatado de Cuba por su tío Saúl Garrido Sánchez gracias a los “vuelos de la libertad” acordados por el presidente americano Lyndon Johnson y Fidel.
Saúl lo rescató sobre la hora y de casualidad en el último avión sobrecargado que cruzo las 90 millas el mismo día 4 de abril del 73 cuando Nixon suspendió el programa.
Luego de eso, solo siguieron escapes caóticos y suicidas, en las balsas, a suerte y verdad, ruleta rusa.
Miguel, hermano mellizo de Jovani siempre decidió quedarse
Cada vez que desde Miami la familia tendía una soga para rescatar a uno de sus hermanos o parientes, Miguel apostaba a que la revolución encontraría una salida para sí misma y para todos los cubanos.
Ahora, 45 años después, ambos ya con hijos y nietos, ven la vida que pasó y sin saber uno del otro, los dos hacen su balance al mismo tiempo.
Los primeros años de Jovani en la Florida fueron duros, recluido en una finca de frutales en Alpine, La Florida, donde su tío le consiguió trabajo.
Tres años sin salir del monte de naranjas: plantaba, carpía, manejaba los carros de cosecha, ordenaba los galpones y aprendió con detalle de variedades de naranjas, de plagas, de enfermedades de los cítricos, de precios y de fertilizantes.
Miguel se fue quedando en Santa Clara. Cada vez quedaban menos hermanos y familia en la isla; iban partiendo a La Florida cuando y como podían.
Lo que había sido la finca modelo de su familia en los ‘40 y ‘50 ahora era una unidad productiva agrícola de la Revolución y Él un simple burócrata del Estado.
Pero los años ‘70 todavía conservan el fresco y mítico aire revolucionario, Fidel está en su mejor momento político y Cuba todavía está en el mapa de la agricultura.
Miguel no pudo ver que ya en esos años el sistema se trancaba. Al empantanamiento que la economía cubana sufría por la propia definición del sistema, se sumaban auténticos zafarranchos en la política agropecuaria directamente digitada por el Comandante.
Ya en los 60 había montado un papelón famoso con su plan para transformar la lechería de la isla. Hizo y deshizo como si se tratara de un experto y dilapidó fortunas en genética absolutamente contraindicada para el clima de Cuba.
La producción de leche y carne jamos creció y la carencia se hizo crónica. A las recomendaciones de los buenos técnicos, que los había, las descalificaba, todos estudiaron con libros norteamericanos.
Cuando el embargo americano reemplazó las compras de azúcar a Cuba por otros países productores latinoamericanos, Fidel enloqueció y se empecinó en sabotear el mercado con una producción gigantesca que inundara el mercado y derribara los precios internacionales como si eso no perjudicara directamente a la misma Cuba.
Esos episodios no eran cuestiones que mellaran el espíritu de Miguel. Al contrario, tiene un lindo recuerdo de esa época en que aprendía todos los secretos del cultivo del arroz con agrónomos fundadores de la revolución, en general gente comprometida, honesta, estudiosa, trabajadora y llena de ideales igual que él.
Cuando, después de tres años del encierro en el naranjal, Jovani encontró la excusa de un viaje a Tampa por un reclamo de fertilizantes, tuvo un auténtico ataque de vértigo ante tantas cosas nuevas y maravillosas que veía en la autovía.
Apenas llegó a Tampa, el olor metálico y salado del mar le pegó de lleno. Intentaba negar ese perfume como negaba los malos recuerdos de la isla, así que hizo muy rápido el reclamo que le encargaran y salió a la calle con algunas náuseas.
Decidió quemar un valioso billete en un taxi que lo acercara rápido a la terminal para volver rápido y alejarse del mar y del recuerdo.
El taxista escuchaba a todo volumen un nuevo grupo de Miami, KC and the Sunshine Band. Justo cuando el taxi arrancó el viaj,e empezaba un tema famoso en esa época.
En pocos minutos los planes de Jovani cambiaron. Quedó flasheado por la música, por los relatos del taxista sobre la noche de Tampa y por las chicas que veía en la calle.[1]
Cuatro días con sus noches se quedó Jovani en Tampa atrapado por la música y las chicas en el sótano del “El Castillo”, una disco de moda en esos días, convencido que las naranjas podían esperarlo.
Tío Saúl tuvo que mandar a buscarlo otra vez como tres años antes a Cuba. Pero no fue en vano, en esa correría Jovani conoció a su mejor amigo y socio por 40 años de negocios con las naranjas en La Florida.
El nuevo plan de Fidel
A comienzos de la década del ‘80 la agricultura cubana mostraba una combinación de altos costos, baja productividad y dependencia de las exportaciones.
La tecnología soviética mostraba sus torpezas de diseño, su falta de adaptación a las condiciones de la Isla. La manipulación y la burocrática política estatal completaban el panorama.
Los planes centralizados de producción llegan prolijos desde La Habana a Santa Clara, pero cuando pisan la tierra donde descansa el Che, la realidad se los devora en pocas semanas.
Insumos insuficientes, falta de timing en los trabajos, tecnología obsoleta o trasplantada a la fuerza desde las estepas rusas, suman fracaso tras fracaso.
Sin embargo, hay un breve período en el que las cosas parecen cambiar, una suba del precio del azúcar trajo el optimismo y Fidel nuevamente vuelve a hacerse dueño de las decisiones sobre cosas que no conoce.
Decide eliminar todas las parcelas individuales que quedaban en manos de agricultores “privados” que solo representaba el 20 % de la tierra productiva.
La misma idea de siempre, obreros agrícolas al igual que obreros industriales. Con fincas estatales y cooperativas se revertiría el problema, todo en manos de administradores del Estado. ¿Qué podía salir mal?
Ni las obras de infraestructura faraónicas construidas con la plata y el know-how de la URSS, como los Centros Agro Industriales (CAI) para la producción de arroz llegan a funcionar medianamente bien.
Los CAI eran estructuras para 20000 has de arroz, con canales de riego hormigonados, represas, depósitos, molinos y hasta hoteles para los centenares de operarios previstos, pero nunca llegan a entrar en producción por las múltiples ineficiencias y descoordinación de la burocracia castrista.
“Ojalá”
Sin embargo, la resistencia revolucionaria está intacta. Miguel extraña y lamenta a los afectos que se van a la vida fácil del imperio. Pero en las noches de calor de agosto, aún con interferencias y cortes, suena, hermoso, “Ojalá” por Silvio en Radio La Habana.
Los primeros negocios independientes y exitosos de Jovani fueron como comprador de naranjas para la industria juguera.
El jugo de naranja estaba en el cenit de la buena prensa y era el producto cool de los desayunos ochentosos. Millones de litros que van a toda La Florida, Texas, Nueva York.
Los dólares que genera los invierte en sociedad con su amigo Ramon Reyes y de a poco plantan un monte de cítricos en Felda, no muy lejos de Fort Myers y se asocian con una de las mayores empresas productoras de cítricos de La Florida.
Los ochenta y noventa son años de oro para Jovani. Sus plantaciones son modelo en toda La Florida. Las mejores variedades disponibles, los mejores agrónomos que lo asesoran. Equipos de riego israelíes y un team comercial que le asegura los mejores negocios disponibles.
No hay nubes en el horizonte y las noches cálidas de La Florida en época de floración se parecen al nombre de su finca: “El Paraíso”.
El colapso soviético
Hacia el fin de los ‘80 la caída del Muro en Berlín y el colapso soviético es un mazazo para la economía cubana. De un día para el otro la asistencia del socio estratégico desaparece y empieza el calvario del “periodo especial”.
“Mamushkas” de desgracias para la agricultura cubana. Ahora hay una economía de guerra dentro de otra economía ya obsoleta y perimida.
La presión en la sociedad cubana empieza a hervir a fuego lento hasta que en el 94 estalla el “Maleconazo”, la primera rebelión popular en 35 años.
Pero los mecanismos policíacos del estado son implacables y la represión sofoca la revuelta. La burocracia promete reformas, como muchas otras veces: una economía más abierta que le dé chances a la población a acceder a mejores ingresos. Promesas que duran poco para que todo vuelva a la siniestra normalidad.
Miguel trabaja algunas horas en su huerta clandestina de dónde saca para que coma, aunque sea salteado, su propia familia, rogando que nadie lo delate mientras se pasa ocho horas por día sentado en una cosechadora rusa tirada en medio de un arrozal abandonado para cumplir con el “trabajo” asignado por el Ministerio de Agricultura.
Después de varios años de hacer negocios con naranjas, 4 matrimonios y 10 hijos, Jovani se encontró, de golpe, sentado en un estudio de abogados en Tallahassee, negociando un acuerdo de acreedores que solo le salvó el departamento en Tampa.
No todo lo bueno dura para siempre
La producción de naranjas se transformó en un enjambre de problemas y solo las fincas grandes están sobreviviendo. A partir de los 2000 las ventas se fueron derrumbando de a poco, pero sin pausa.
Los nutricionistas recomiendan no consumir jugo de naranja con el mismo entusiasmo que años atrás lo bendecían, ahora el azúcar es casi veneno y la vitamina C pasó de moda.
Además, el control sanitario en los cítricos colapsó ante el Citrus Greening Disease, enverdecimiento de los cítricos, también conocido como HLB, que es considerada la enfermedad más destructiva de los cítricos ya que una vez infectado el árbol, no existe control efectivo ni cura para la enfermedad.
Con la misma facilidad que se hizo millonario, Jovani perdió casi todo al ritmo de la debacle de las naranjas.
Pero siempre había tenido claro que la salida está en el futuro y no en el pasado, y no quiso alejarse de las frutas que lo habían acompañado en toda su vida americana y que lo habían llevado a enamorarse de las fincas y de la agricultura.
Su socio comercial lo incorporó como asesor del directorio y en 2020, imprevistamente llega el Covid19 un flagelo para casi todos menos para Jovani, a quien le trajo una revancha: de golpe los médicos y consumidores recordaron la importancia de la vitamina C para el sistema inmunológico y los cítricos volvieron a los precios de la época de oro.
Una aventura sin final feliz
Miguel, ahora, tarde, se da cuenta que la aventura revolucionaria no tiene un final feliz, al menos él no la verá. Está tranquilo, siempre estuvo convencido, pero está profundamente triste. Ver a la familia dividida a un lado y otro de las 90 millas, le parte el alma.
Pero lo que más le duele es la tela de araña policíaca del Estado infiltrada en cada familia de la isla.
No hay familia sin algún miembro capaz de vender un dato, una delación, a cambio de un puesto en el Estado, o alguna otra prebenda, solo para seguir sobreviviendo
Y además Miguel está enfermo y casi no hay remedios disponibles en Cuba. Amigos extranjeros que fortuitamente supo hacer alguna vez, le envían lo que pueden para aliviar sus males.
El 11 de julio vio pasar una muchedumbre como nunca en su vida. La misma gente que en su pueblo estuvo por años callada y con la cabeza gacha parece haber perdido el miedo.
La combinación de miseria y el Covid19, fue un coctel explosivo para el clima social en Cuba. Los jóvenes están especialmente enfervorizados de bronca y cansancio por las carencias, la falta de porvenir y el miedo a pensar distinto.
La sensación de frustración y de que ya son 60 años con la vida trancada
Por primera vez un movimiento de resistencia que busca un cambio como el Movimiento San Isidro y la novedad de las redes sociales impuso una rebelión etiquetada con el #SOSCuba, y la consigna Patria y Vida.
No se parece a ninguna otra situación vivida en la isla anteriormente.El futuro nos dirá como sigue esta historia.
En esos mismos días de julio, los del #SOSCuba, Jovani se vino unos días a Cocoa Beach con hijos y nietos.
El olor del mar todavía lo marea y no baja a la playa, pero mientras toma una cerveza en el bar del hotel, por el tele pasan el Patria y Vida, el himno del Movimiento San Isidro y le parece infame y triste que tantas vidas jóvenes, generaciones enteras quedaran atrapadas en el agujero de la dictadura castrista.
Entonces mira al cielo para enviarle un beso fuerte al recuerdo de su querido hermano Miguel, allá en la isla y también a su viejo tío Saúl que lo sacó de Cuba en el 73 y del sótano de “El Castillo” en el 76.
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El título de este comentario, hace referencia al estribillo de la canción “Patria y vida”, donde cuatro populares cantantes cubanos, Yotuel Romero, Descemer Bueno, El Osorbo y El Funky, y el grupo Gente de Zona, unieron sus voces para condenar los más de 60 años de “represión” y de “dignidad pisoteada” en Cuba y hacen votos por un “nuevo amanecer”.
El estribillo recurre al juego de dominó, muy popular entre los cubanos, para lanzar un mensaje de cambio: “Se acabó, tu cinco nueve, yo doble dos. Ya se acabó, sesenta años trancado el dominó, mira se acabó, tu cinco nueve, yo doble dos. Ya se acabó, sesenta años trancando el dominó”.
Por Victor Piñeyro, Ing. Agr., docente y director
del Observatorio de Comunicación de Agronegocios