En los mercados agroalimentarios más sofisticados existen las Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) que poseen características que solo son posibles gracias al entorno natural y a las habilidades de los productores de la zona de producción con la que está asociado. A diferencia de la Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP), para los productos de la DOP se exige que todas las fases del proceso de producción del alimento se realicen en la zona en cuestión.
Así por ejemplo una Denominación de Origen como el “Salame Tandilero” evoca detrás de un simple producto, definido en el código alimentario como “chacinado embutido seco”, la relación profunda con su tierra, historia, tradición, pasión y la naturaleza que rodea a la zona de producción: aromas y sabores del aire tandilense únicos de la región centro-sudeste de la provincia de Buenos Aires, rodeada de las sierras más antiguas del país que emergen en medio de la llanura pampeana.
Por ejemplo, el Consejo de la Denominación de Origen de Salame de Tandil, integrado por representantes de toda la cadena de valor, preserva, mediante la figura jurídica de la D.O., el valor agregado por la tipicidad de sabores, olores, colores e historia y la preferencia de un segmento de consumidores por dicha especialidad.
Argentina y su magnífico sistema de producción agropecuaria
Así como una combinación única de ambiente, tradición, cultura y conocimiento pueden valorizar un terruño expresado en sus productos y servicios bajo el formato de una D.O.P. o I.G.P, podríamos extrapolar este concepto y pensar a la magnífica combinación de factores que inciden en la performance del sistema de producción agropecuaria de Argentina también como una gran indicación geográfica, aunque no tenga la formalidad jurídica de esas figuras.
En efecto, nuestro sistema de producción posiciona a varias cadenas agro-bio-industriales en el podio del planeta por volumen, y/o calidad y/o competitividad y, además, lo lleva adelante bajo esquemas sustentables como la siembra directa y otras buenas prácticas que se reflejan en múltiples trabajos de investigación comparada, donde los indicadores de huella de carbono, huella de agua, extracción de nutrientes y eficiencia de uso de recursos son marcadamente más amigables que sistemas de producción en países agrícolas-ganaderos similares.
¿Y si inspirados en esta época mundialista nos permitimos una mirada análoga sobre el futbol en Argentina? Porque, así como sucede con el agro, nuestro “ecosistema” también genera futbolistas de Grandes Ligas.
A poco de terminar un nuevo Mundial, esa fiesta mística de las sociedades de casi todo el planeta, solo cuatro países tienen chances de llevarse el título y uno de ellos es nuestra selección donde, de sus 26 protagonistas, una buena proporción tienen su origen en las mismas ciudades y pueblos del núcleo de la producción agropecuaria de Argentina.
Son, igual que los cereales, oleaginosas, frutas, leche, lana, madera, carnes, tecnología, servicios y alimentos en general, producto de una combinación única de suelo, aire, agua, cultura y conocimiento que construye el mejor agro y fútbol del mundo.
Relación entre fútbol y agro
Hay un cuento de Juan Sasturain, “Campitos”, donde un ingeniero agrónomo del Ministerio de Agricultura descubre que en Argentina los futbolistas no vienen de cualquier parte sino de algunos lugares en particular, y establece cierto tipo de correlaciones entre las diversas zonas agrícolas de nuestro país y la aparición de arqueros, zagueros, enganches o goleadores.
Más allá de la licencia literaria de Sasturain, ese texto tiene el trasfondo de la relación entre futbol y agro en nuestro país, un valor cultural que puede sustentar una sólida vía de comunicación entre campo y ciudad.
Además, esta dinámica social la vemos con frecuencia en muchos casos donde exitosos ídolos del futbol local, hijos de nuestro terruño y cultura, inviertan en el campo buena parte de sus ingresos europeos y cierran un ciclo atravesado por la impronta de nuestra economía agrícola.
Por todo esto voy a darle una Identidad de Origen al futbol de Argentina. Son 26 los futbolistas de clase mundial que están compitiendo en nuestra selección en Qatar.
Deportistas nacidos y criados en Gualeguay en Entre Ríos, Calchín, Embalse, Laguna Larga y Córdoba Capital, Rosario, Pujato y San Casilda en Santa Fe, Bahía Blanca, La Plata, Mar del Plata en Buenos Aires, Zapala en Neuquén, Santa Rosa en La Pampa, Famailla en Tucumán, más varios del GBA y la CABA, el mismo origen diverso que tienen nuestros productos agroalimentarios.
#FutbolyAgroIdentidadARGENTINA
Mientras esperamos las instancias finales de Qatar 2022 propongo difundir con orgullo que “En Argentina, suelo, aire, agua, cultura y conocimiento construyen el mejor agro y fútbol del mundo” compartiendo en redes la etiqueta #FutbolyAgroIdentidadARGENTINA.
Por Victor Piñeyro, ingeniero agrónomo, consultor y director del
Observatorio de Comunicación de Agronegocios
El ABC Rural