A la espiralización de la inflación, a los saltos de los dólares paralelos y el incremento de la brecha, a las elecciones presidenciales que se avecinan y a los abultados vencimientos de deuda en pesos ante la negativa del mercado de extender plazos más allá de los comicios se le sumó, encima, una sequía que recortará el ingreso de dólares de la cosecha de trigo.
La sequía y los dólares
Según calcularon los economistas de la Bolsa de Comercio de Rosario en su informe de noviembre -el de diciembre se dará a conocer este viernes- las exportaciones del sector agroindustrial en 2023 alcanzarían los US$40.694 millones, US$1.198 millones menos que los US$41.892 proyectados para 2022. Las exportaciones netas, en tanto, caerían US$1.455 millones respecto de 2022 para cerrar el año próximo en US$38.326 millones
Para Sebastián Menescaldi, director de la consultora EcoGo, “para el próximo año el ciclo económico va a estar condicionado con lo que pase con la cosecha agrícola, las necesidades de divisas externas del Gobierno y las empresas y el ciclo político”.
Respecto del primer punto, consideró que “la sequía podría provocar un fuerte deterioro de la cosecha (que ya impactó en los granos finos), con impacto importante en la actividad económica, teniendo en cuenta su trasvasamiento a otras actividades como el transporte y el comercio”. Por otro lado, recordó que las mayores necesidades de pagos al exterior y menores ingresos de divisas comerciales probablemente lleven a un manejo más cauto de las importaciones y un retroceso de la inversión”
Alfredo Romano, director de la carrera de economía empresarial en la Universidad Austral, también señaló a la sequía como uno de los temas más determinantes para la economía argentina del año próximo.
Al respecto, comentó que en su escenario base creen que las condiciones económicas van a seguir deteriorándose por distintos factores. El primero, dijo, está asociado a la sequía, donde “ese déficit será determinante para la expansión de la actividad económica y le pone un piso de 95% a 100% a la brecha”.
El cepo y los múltiples tipos de cambio
Este menor ingreso de dólares por la sequía dificultaría la aparente intención del Gobierno de unificar el tipo de cambio. Según había expresado el viceministro de Economía Gabriel Rubinstein en una nota de opinión publicada en Newsweek el 8 de diciembre, la Argentina debería “volver a la macro ordenada” de “hace 20 años”.
Para ello, indicó, deberían darse dos pasos: En primer lugar, alcanzar un “robusto superávit fiscal primario”, y en segundo, un “mercado unificado de cambios, es decir, sin cepos ni brechas cambiarias”. Pero para ello, había dicho un mes antes al participar del 14° Simposio de Mercado de Capitales y Finanzas Corporativas del Instituto Argentino de Ejecutivos en Finanzas (IAEF), “se necesitan u$s20.000 millones de reservas netas”.
Según consideró Rubinstein en Newsweek, “con superávit fiscal primario y mercados únicos, estaríamos garantizando permanente acumulación de divisas en el BCRA”.
“Cuando ya no convenga importar cualquier cosa con tal de aprovechar la brecha cambiaria, cuando el exportador sienta que lo que vende vale lo que tiene que valer, el deporte de intentar sacarle dólares al BCRA se acabaría”, expresó.
Sin embargo, y más allá de estas aparentes expresiones de deseo por parte del viceministro de Economía, dentro del Palacio de Hacienda no pareciera haber de momento una expectativa real de que pueda unificarse el tipo de cambio en un futuro cercano.
Actividad
La existencia de múltiples tipos de cambio, el cepo y la brecha cambiaria le ponen también un techo al nivel de actividad, que en los últimos meses ya empezó a mostrar signos de agotamiento.
Para Menescaldi, la economía en 2022 finalizó el proceso de salida de la pandemia y ese hecho le habría permitido crecer algo más del 5%. Pero este crecimiento, apuntó, fue desequilibrado producto del cepo y el cierre de la economía.
A su vez, añadió, eso impulsó las rentas empresariales, la inversión y las importaciones, en desmedro de una mejora de los ingresos de las familias, el consumo (cuyos niveles apenas alcanzaron los valores previos a la pandemia) y las exportaciones.
“Con el acuerdo con el FMI y el mercado de cambios desbalanceado, el sector externo ha empezado a poner límites en el crecimiento y desde el último trimestre del año empezamos a registrar una caída de los niveles de actividad”, dijo. Y mirando hacia adelante, proyectó que, bajo un supuesto de un escenario no disruptivo, es factible que la actividad económica retroceda en torno al 3% el próximo año.
Romano también anticipa una caída del nivel de actividad. Pero según las proyecciones del director de la carrera de economía empresarial en la Universidad Austral el PBI se contraería 0,9% en 2023.
Inflación
Otro de los temas salientes de 2023 volverá a ser el nivel de inflación. Dentro del Gobierno esperan que diciembre termine con una cifra similar a la de noviembre (4,9%), lo que implicaría que la suba de precios acumulada en 2022 se situaría en torno a 95%.
Pero en el equipo económico se esperanzan en que durante los próximos meses se consolide la desaceleración de la inflación, y que cada 75 días el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se vaya situando en escalones cada vez más bajos.
Esta expectativa, sin embargo, no es compartida por los economistas privados. Según reflejó el último Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) publicado por el Banco Central (BCRA), los economistas privados esperan que la inflación se mantenga en la zona del 6% mensual al menos hasta mayo y que 2023 cierre con una suba acumulada de precios del 99,7%.
Elecciones y vencimientos de deuda
Otro factor que marcará la economía durante 2023 será la contienda electoral. “Va a jugar la política. La cooperación o su falta, así como la conformación de los frentes electorales, incidirán sobre el desempeño económico, particularmente desde lo financiero”, subraya el director de EcoGo.
“Uno de los puntos fundamentales para saber el desempeño económico para el próximo año es estimar la probabilidad de cooperación política que pueda existir. La falta de cooperación puede provocar una fuerte caída de la capacidad de financiamiento en el mercado interno del déficit gubernamental que, a diferencia de este año donde nos endeudamos con el FMI, será la única fuente de financiamiento genuina por el cierre del mercado internacional y la baja profundidad del crédito de otros organismos internacionales”, explicó Menescaldi al respecto.
“Esta situación puede ser un importante riesgo para el próximo año, dado que una salida abrupta del mercado de deuda privado que obligue al BCRA a salir a rescatar la deuda puede provocar una nueva crisis financiera, con impacto en la brecha, en los precios y la actividad económica”, concluye el economista de EcoGo.
Alfredo Romano coincide con esta visión. A su juicio, además de la sequía, los otro factores que incidirán en el devenir de la economía en 2023 están asociados a las elecciones presidenciales de octubre. El primero de ellos, está relacionado a que “la tendencia siempre es dolarizar posiciones” para “resguardarse frente a lo que puede ser un cambio de ciclo político”.
El segundo, añadió, “está asociado a la falta de un acuerdo político entre oficialismo y oposición para establecer determinadas reglas de juego hacia adelante y evitar el colapso de la deuda del Tesoro de corto plazo”. En ese sentido, ejemplificó: “Frente a un mayor enfrentamiento causado por el conflicto entre la Nación y la Ciudad de Buenos Aires frente al fallo de la Corte, vemos con muy baja probabilidad la posibilidad de entablar un puente y acuerdos entre las partes que generen tranquilidad y puedan cristalizar medidas de transición hacia 2024″.
Por todo ello es que consideró que “los próximos seis meses serán determinantes para ver en qué condiciones puede llegar el gobierno a entregar la economía” de cara a las elecciones presidenciales de 2023. (Bloomberg Línea)
El ABC Rural