Hay un dicho en el mercado que indica: “Cuando no se hacen las cosas que se deben, el mercado te marcará el ritmo”. Más o menos eso fue lo que ocurrió en nuestro país. Luego de dos años de gradualismo económico, el propio mercado hizo ajustar las variables de forma abrupta para acomodar las piezas que venían desacomodándose con el paso del tiempo.
Desde abril de este año, veníamos a los revolcones con los vaivenes del tipo de cambio, y la problemática de los bonos, las Lebacs y otras yerbas, hasta que terminó esta situación, con una crisis cambiaria de magnitud interesante.
Y para salir de esa situación, el Gobierno debió tomar todo tipo de decisiones, macro y micro económicas que, en su mayoría, perjudicaron a la población en general y a los productores agropecuarios en particular.
Porque a pesar de que la devaluación fue muy importante y más allá del aumento y aplicación de nuevas retenciones, el impacto sicológico fue brutal.
Quizás desde lo económico no sea tan perjudicial como desde lo anímico, ya que el propio Presidente, tan solo cuatro meses atrás, manifestaba que las retenciones no iban a ser modificadas.
Este violento cambio de dirección, por ejemplo, afectó a los productores trigueros, que sembraron el trigo sin retenciones y lo cosecharán con 10% de castigo en los valores. Lógicamente, si ponderamos la suba de la cotización del dólar, no existiría pérdida alguna.
Pero en este barajar y dar de nuevo, existe la posibilidad de poder sacar provecho a la situación interna, pero especialmente a la externa.
Porque internamente, fuera de todo lo expuesto, hay muchas posibilidades de que estemos en vísperas de una de las mejores cosechas de los últimos años.
Instituciones y analistas privados, ya indican que la producción del período 2018/19 podría estar cercana a los 140 millones de toneladas. Y esto es muy bueno.
Cuando doy charlas en el interior, siempre trato de explicar un concepto: “Tengamos volumen de producción, que de los precios nos ocuparemos en su momento”.
Esto significa que, si nos garantizamos un buen volumen en nuestra cosecha, el precio no sería la variable a considerar al momento de la venta.
Teniendo volumen, el precio no influiría en nuestros números finales de forma categórica.
Veamos lo que ocurrió este año: las pérdidas de la cosecha gruesa fueron abismales y al cosechar, no tuvimos volumen para defendernos, teniendo que vender al precio que el mercado tenía. Poco volumen, a un precio normal, mal negocio.
Pero si tenemos mucho volumen, a un precio normal, cambia los guarismos de nuestro balance. Además, se debe considerar que esta vez, si la Argentina tiene buen volumen de cosecha gruesa, no influiremos tanto en la conformación de los valores internacionales.
Algo a tener en cuenta, es el avance de la llamada “guerra comercial” entre los EE.UU. y China.
El gigante asiático ha comenzado a disminuir la compra de soja y subproductos de origen norteamericano lo que, por ejemplo, está haciendo bajar los valores de la soja en el mercado internacional, por falta de demanda y porque los farmers del norte están obteniendo una buena cosecha.
Pero lo que China no compre en los EE.UU., lo hará en otros orígenes, como es Brasil y/o la Argentina. Esto es una excelente noticia para Sudamérica.
Y hasta quizás ocurra el famoso “divorcio” de valores que tanto hemos venido solicitando en columnas anteriores.
Quizás sea el momento de que los precios de Sudamérica tengan ritmo propio, sin considerar lo que pase en Chicago.
Por último, un dato a tener muy en cuenta: los fondos de inversión se encuentran muy vendidos para las posiciones de soja y maíz.
Esas posiciones, deben desarmarlas antes de sus vencimientos. Y la única forma, es salir a comprar.
Esto puede llegar a afirmar las cotizaciones en momentos puntuales. A prestar atención.
Por Alejandro Ramírez (*)
(*) Analista agropecuario